Nuestra historia de hoy nos lleva a dos capitales europeas; Dublín,  Irlanda y Londres, Inglaterra, uniendo dos sitios que visitamos en varias oportunidades en ambas ciudades. “La Christ Church Cathedral” y “La Torre de Londres”.

Este relato, comienza en la ciudad de Londres, con uno de los misterios más fascinantes que nos ha dejado la historia británica, y del que tendremos una reseña más detallada en un futuro no muy lejano, hablamos de los príncipes de la torre.

Allá por 1483 los hermanos Eduardo y Ricardo (Príncipe de Gales y Duque de York respectivamente) tenían 12 y 9 años  y eran los hijos de Eduardo IV, Rey de Inglaterra.

El 9 de Abril, a los 40 años, Eduardo IV falleció aún no se sabe si debido a una pulmonía, tifus o veneno.

Eduardo, el mayor de sus hijos era el siguiente en la línea de sucesión, y dada su temprana edad y el manto de sospecha sobre las causas de la muerte de su padre, su tío, el Lord Protector Ricardo Plantagenet, Duque de Gloucester los tomó bajo su custodia. Los tres se mudaron a la plaza más fuerte y mejor defendida de la ciudad, “La Torre de Londres”, supuestamente para protección y salvaguarda del futuro Rey de Inglaterra.

Ricardo asumió el manto de regente hasta que Eduardo estuviese listo para hacerse cargo de sus funciones, y ser coronado Rey,  pero por el contrario a lo esperado, Gloucester se coronó a si mismo como Ricardo III, Rey de Inglaterra y los hermanos desaparecieron sin dejar rastro.

Se supone que su muerte ocurrió en algún punto de ese 1483, pero jamás se encontró ninguna evidencia que pudiera probar que fueron asesinados o que sus cuerpos fueran dispuestos en la torre.  Recién en 1674 durante las tareas de remodelación que el rey Carlos II iniciara en la Torre uno de los trabajadores encontró cerca de la «Torre Blanca»  dos pequeños esqueletos humanos, Carlos II asumió que los huesos encontrados pertenecían a los príncipes Eduardo y Ricardo y los transportó a Westminster donde recibieron real sepultura y dónde descansan hasta el día de hoy.

Curiosamente, aún no se han conseguido los permisos necesarios para exhumar los restos de los supuestos príncipes y realizarles las pruebas necesarias para confirmar que realmente esos son los restos mortales de Eduardo V y su hermano el Duque de York, hasta ese entonces, el misterio seguirá sin resolverse.

Ahora bien, que tiene que ver ésta historia con Irlanda y con la Catedral de Dublín, bien, cuatro años después de la muerte de Eduardo IV y la misteriosa desaparición de los hermanos  en la Torre de Londres, Ricardo III ya había sido derrotado por las fuerzas de Harri Tudur (luego Tudor),  la casa de York y la dinastía Plantagenet iniciada por Ricardo Corazón de León, ya no gobernaban más los destinos de Britania, Harri ahora sentado en el trono de Inglaterra, había tomado el nombre de Enrique VII, de la incipiente casa de Tudor. Es el año del señor 1487, y en la ciudad de Dublín, aparece un misterioso contendiente a los derechos reales de Enrique VII, hasta ahora justo vencedor de la guerra de las dos Rosas.

Para seguir nuestra historia, debemos volver un poco atrás en el tiempo, a las cercanías del año 1477 momento en el que se presume nació un niño que, también se presume se llamaba Lambert Simnel, ya que como no hay un registro específico, algunos lo cronican como John Simnel, otros como Lambert Simnel, y hay inclusos quienes dudan que su apellido haya sido Simnel. Sus orígenes son igual de confusos, hijo de un comerciante dicen unos, de un panadero otros y hasta de un organillero, pero todos coinciden que sus orígenes fueron humildes y su vida también lo fue hasta que cuando tenía alrededor de 9 o 10 años, fue tomado como pupilo por un cura llamado Richard Simon.

Simon, quién había completado sus estudios en Oxford, notó un parecido bastante notorio entre el joven pupilo y los hijos de Eduardo IV, por lo que se le ocurrió la genial idea de presentar al joven Simnel como Ricardo, Duque de York, el menor de los “Príncipes de la Torre”, para lo que comenzó a enseñar al joven Lambert en las artes de la etiqueta, la lectura, la escritura y los modales de la corte británica del siglo XIII.

El escenario estaba ya casi que listo pero Simon entonces empezó a escuchar los rumores de la muerte en la Torre de Londres de otro Plantagenet, Eduardo Plantagenet Barón de Warwick, quien también tendría aproximadamente la misma edad que Lambert y, a diferencia del menor de los príncipes de la torre, era línea de sucesión directa de los Plantagenet al trono de Inglaterra ya que era el hijo del hermano de Eduardo IV, el Duque de Clarence.

Simons comenzó a esparcir el rumor que Warwick no había muerto sino que se había fugado de la Torre de Londres y que se encontraba bajo su custodia, ganándose así el apoyo de los “Yorkistas”, luego se llevó a Simnel a Irlanda, fuerte bastión de la causa Yorkista y lo presentó a la cabeza del gobierno Irlandés, el Barón de Kildare quién estaba más que ansioso por invadir inglaterra y remover del trono al usurpador Tudor, trono que le pertenecía por derecho a la casa de York y a la dinastía Plantagenet.

Según nos relata Christopher Wilkins en su libro «Los últimos Caballeros Errantes», Simnel fue paseado en andas por las calles de Dublín, montado sobre los hombros de D’Arcy of Platten, «El hombre más alto de la Era»,   y coronado Rey de Inglaterra en la Catedral de Dublín, la Christ Church Cathedral, un 24 de Mayo de 1487, acto seguido el Rey Eduardo VI, o más bién sus asesores ya que el joven Lambert solo contaba con 10 años de edad a la fecha, reunieron un ejército de leales irlandeses bajo el comando del hermano menor de Lord Kildare, y se lanzaron a la tarea de sentar al verdadero monarca en el trono de Inglaterra.

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Las tropas del ejército de Simnel, Flamencos e Irlandeses en su gran mayoría fueron aplastadas en las cercanías de Lancashire el 16 de junio de ese mismo año en la batalla de Stoke Field.

El hermano de Kildare Lord Thomas FitzGerald y Sir Thomas Broughton quienes comandaban el ejército fueron ejecutados, el Vizconde Lovell, quien también se había unido a la conspiración se dio a la fuga, Richard Simon se salvó de la horca debido a su condición de hombre de la iglesia, pero debió vivir el resto de sus días en prisión.

El Rey Enrique VII, viendo que el pobre Simnel no había sido más que otra víctima en el complot de los Yorkistas, le extendió un perdón completo y no solo eso, sino que además le ofreció un trabajo estable como pinche en las cocinas reales.

Lambert Simnel no desaprovechó esta nueva oportunidad, y si bien poco se sabe de su vida luego de su fulgurante paso por el estrellato en su niñez, si se conoce que en su madurez se dedicó al arte de la cetrería, dedicándose a esa actividad hasta su muerte entre 1525 y 1535.

Lambert Simnel, fue así un jóven que de la nada pasó a ser, la resolución del misterio de los príncipes de la torre y rey de inglaterra en el transcurso de un año, para luego terminar sus días como cocinero y cetrero del mismo rey al que trató de derrocar, definitivamente su historia, que transcurre por los linderos de la historia grande y sus desventuras lo hacen más que merecedor del título de amigo de este rinconcito.

Esperamos que hayan disfrutado de ésta historia como nosotros lo hicimos al conocerla en nuestros viajes por las islas británicas. Gracias por seguirnos, y hasta nuestro próximo viaje.

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