Durante dos años viví en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y casi por un año entero, viernes de por medio, nos dábamos cita a la noche en la Plaza de Mayo bajo el marco del programa Frío Cero, y por qué traigo esto a colación aquí, pues bien, porque para regresar a casa, siempre tomaba el colectivo 152, en la esquina de 25 de Mayo y Rivadavia.
Ahora vamos a imaginar que en vez de 2014, nos encontramos en las épocas anteriores a la República Argentina, antes incluso de la Confederación Argentina o de las Provincias Unidas del Río de la Plata, la ciudad tenía un nombre más largo y pomposo, Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre”, y estamos en el Año de Nuestro Señor 1806.
El paisaje se veía un tanto distinto, en vez de la Plaza de Mayo teníamos una plaza de carretas y el mercado
El cabildo era mucho más largo y una recova alineada a lo que hoy sería la calle Defensa (con otros fines pero igualmente que hoy en día las vallas de metal) separaba la plaza mayor de la plazoleta del fuerte. Dónde hoy se encuentra la Casa de Gobierno, teníamos el Fuerte de Buenos Aires y la residencia del Virrey, y allá en la esquina de la recova, frente a donde hoy se encuentra el Banco Nación, y casi que en la parada del 152, aunque en aquellos días en vez de 25 de Mayo y Rivadavia, tendríamos que hablar de Santo Cristo y Las Torres, a pasitos de la gobernación, diríamos hoy en día, encontrábamos la Fonda “Los Tres Reyes”.
Pertenecía a un Genovés llamado Juan Bonfillo o Bonfiglio, que como tantos otros después, llegó a Buenos Aires en 1790 en busca de fortuna y mejor suerte. En 1802 compró el establecimiento a la familia Prieto. (1)
La Fonda, que cerró un 20 de Abril de 1830 hoy en día ni siquiera es parte del recuerdo pero estamos en 1806 y en ese año, sus clientes eran muchos y bastante encumbrados.
Por su ubicación cercana al centro del poder político del Virreinato era el lugar preferido para las transacciones entre los espías que pululaban por la ciudad, agentes británicos, portugueses y criollos se daban cita en sus mesas para discutir e intercambiar información.
Se dice que un habitual comensal de sus tardes de cigarros y discusiones en inglés era Juan José Castelli.
Vamos a avanzar un poco el tiempo, estamos en la tarde de 1806, para ser más precisos el 27 de Junio de 1806, Buenos Aires era parte del Imperio Británico y lejos estaba aún en las mentes y los corazones de los patriotas el 12 de Agosto de la Reconquista, Los Tres Reyes era el lugar preferido de los soldados del 71 de Highlanders, de quienes ya hemos hablado con anterioridad.
Según el historiador Felipe Pigna la fonda era el único establecimiento de altura porteño,
«se podía tomar algo en la Confitería Francesa, pero La fonda de Los Tres Reyes era el único restaurante de Buenos Aires. Su única competencia era la casa de Monsieur Ramón, un auténtico Chef francés que preparaba comidas para llevar a domicilio. Muchas señoras mandaban a sus esclavos a aprender a cocinar con Monsieur Ramón». (2)
Motivo por el cual no nos extraña que los ingleses lo hayan hecho su preferido.
El Capitán Alexander Gillespie, Comisario de Buenos Aires nombrado por el Gobernador Colonial William Beresford, quien se terminaría por encariñar con la fonda y nos relata en sus crónicas
“Después de asegurar nuestras armas, instalar guardias y examinar varias partes de la ciudad, lo más de nosotros fuimos compelidos a ir en busca de algún refrigerio”
y mientras Beresford y Quintana negociaban la rendición de la ciudad, Gillespie y sus hombres dieron con Los Tres reyes, Gillespie iba acompañado por un criollo filobritánico llamado Ulpiano Barreda quién le oficiaba de intérprete. Nos relata el oficial inglés en su crónica:
“A la misma mesa se sentaban muchos oficiales españoles con quien pocas horas antes habíamos combatido, convertidos ahora en prisioneros con la toma de la ciudad, y que se regalaban con la misma comida que nosotros” señala Gillespie. Pero el capitán le llamó la atención la joven moza que servía las mesas, que no disimulaba un profundo disgusto en su rostro. Gillespie, con Barreda de traductor, le pidió que expresara, sin temor a ninguna represalia, que le expresara el porqué de su disgusto. La joven moza agradeció la disposición del oficial inglés y, en voz alta, volviéndose a los españoles de la mesa próxima, expresó: “Desearía, caballeros, que nos hubiesen informado más pronto de sus cobardes intenciones de rendir Buenos Aires, pues apostaría mi vida que, de haberlo sabido, las mujeres nos habríamos levantado unánimemente y rechazado los ingleses a pedradas”. Gillespie manifiesta que este discurso “agradó no poco a nuestro amigo criollo”. (3)
Luego de la Reconquista, Bonfiglio, dió asilo, comida y dinero a los prisioneros ingleses.
Beresford también se haría presente entre las mesas de la fonda, Rodolfo Terragno en su libro San Martín y Maitland, página 111
“En esos días, Beresford entabló relación con varios criollos, con los cuales solía reunirse en la fonda Los Tres Reyes, en la esquina de Santo Cristo y las Torres”.
Estas reuniones tenían como interlocutores a Saturnino Rodriguez Peña y Manuel Aniceto Padilla, (4)
Otro de los comensales de renombre fue el espia irlandés James Burke, de gran ingerencia en los asuntos británicos en tierras rioplatenses, y en sus mesas se habría llevado a cabo una reunión entre Juan José Castelli, Saturnino Rodriguez Peña y Burke en 1809 a fin de frustrar los intentos de derrocamiento de Martín de Alzaga contra el héroe de la reconquista hoy virrey, Santiago de Liniers.
No es casualidad que por sus mesas se vieran a hombres como Castelli, o Manuel Belgrano, ya que luego de los años de la Revolución y durante el camino a la independecia, Los Tres Reyes fue uno de los lugares de reunión de los miembros de la Logia de los Caballeros Racionales, más conocida en nuestras tierras como Logia Lautaro.
La fonda siguió albergando conversaciones de café, entre huevos y tocino, hasta un 20 de abril de 1830 en el que Bonfiglio la vendió y partió hacia el olvido.
Hoy volviendo ya a 2017 a decir verdad no se bien dónde estaría ubicada exáctamente, pero por los relatos, y por las crónicas, estimo que en el emplazamiento del edificio que se alza en la esquina de 25 de Mayo y Rivadavia, frente al Banco de la Nación Argentina, cuya foto comparto en el título de ésta entrada.
Gracias por acompañarnos en éste y en todos nuestros viajes. Nos vemos pronto.
Referencias y Citas:
(1)Todo es Historia, numeros 265-270 1989 pag. 20, 22, 27.
(2)Mitos de la Historia Argentina, Felipe Pigna 2008
(3)Fragmento extraído de http://www.revisionistas.com.ar
(4)Maitland & San Martín, Rodolfo Terragno Universidad de Quilmes 1998
*El croquis que se ve de la ciudad en 1806 fue pulbicado originalmente en http://collectannea.blogspot.ie